NUNCA MÁS

23.11.2015 08:56

El maltrato puede ser físico, emocional y sexual.

Se suele entender por maltrato físico los ataques o agresiones intencionales, con uso de la fuerza, que pueden causar daños, enfermedades o la muerte. Se incluirían aquí acciones tales como golpear con puños u objetos, dar palizas, emplear un arma, morder, abofetear, empujar, arrojar objetos, estrangular, zarandear, etc.

El maltrato emocional es el más frecuente y es tan dañino para la salud y el bienestar de los seres humanos como el maltrato físico. Este tipo de agresión puede expresarse de formas muy variadas, a menudo sutiles y su objetivo común es el de atacar el bienestar y el sentido de una misma. Consiste básicamente en ataques o agresiones intencionales contra la seguridad, la libertad de acción, la libertad de pensamiento, la intimidad, el prestigio y los bienes y posesiones de la otra persona. Estas agresiones consisten en amenazas persistentes, prohibir hablar con familiares o amistades, poner difícil ir a lugares concretos, lavar el cerebro, no dejar tomar decisiones, acosar, abandonar, criticar, insultar, ridiculizar delante de otras personas, quitar o no dar dinero, etc. El maltrato emocional incluye también el daño a objetos queridos y el empleo de la violencia contra los hijos y otros familiares, los amigos y los animales de compañía.

El maltrato o abuso sexual consiste en un evento que ocurre sin el consentimiento de la víctima e incluye tanto la agresión sexual que es completada como el intento. La falta de consentimiento y deseo de mantener las relaciones sexuales es central en este tipo de maltrato, sobre el que todavía pesan muchos tabúes. Así, el agresor recurre a variadas estrategias que van desde el uso o la amenaza de la fuerza, la amenaza de represalias posteriores contra una misma o contra otras personas, hasta estrategias más sutiles como la culpabilización por no querer mantener relaciones sexuales, la insistencia continua a pesar de haber dicho que no, el acogimiento a un supuesto derecho conyugal, etc. Las agresiones sexuales consisten básicamente en penetrar la vagina o el ano por el pene, la lengua, los dedos o un objeto, o la boca con el pene en contra del deseo de la persona agredida. Incluye también realizar tocamientos o hacer que la otra persona haga esos tocamientos a sí misma, el agresor o terceras personas; obligar a mantener relaciones sexuales con otras personas, evitar la toma de precauciones para evitar contraer enfermedades o evitar embarazos, etc.